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Si se le pregunta a cualquier paparazzi de Marbella dónde está la casa de la duquesa de Alba, las indicaciones saldrán casi sin pensarlo. «Aparca por la zona del Marbella Club, baja al paseo marítimo de albero y vuelve en dirección Málaga unos pocos metros. Verás un chalé blanco de arquitectura árabe y las rejas en azul. Ése es», explican como si tuvieran un 'gps' en la cabeza. No en vano, llevan horas y horas de guardias a sus espaldas para intentar cazar tanto a Cayetana Fitz-James Stuart en algunas de sus escapadas a Marbella como a su hija, Eugenia Martínez de Irujo, asidua a pasar algunos días de asueto en verano siempre acompañada de los objetivos y de los micrófonos.
Por ser quizá la más visible, la residencia de Cayetana de Alba es quizá la más inmortalizada por los turistas duchos en la prensa rosa. Pero no es la única. Los famosos están, como quien dice, a la vuelta de la esquina en la Milla de Oro. Juntos pero no revueltos. La familia real de Arabia Saudí, Tita Cervera, Julio Iglesias, Antonio Banderas, Laura Valenzuela o Bárbara Rey, por poner algunos ejemplos que resuenen a los asiduos a las revistas del corazón, poseen en la Costa del Sol una guarida para pasar sus vacaciones o largas temporadas. Depende de cómo le pille el cuerpo.
Carmen Cervera, viuda del barón Thyssen, y la duquesa de Alba, ambas asentadas además en idéntico enclave: en las inmediaciones del hotel Marbella Club, uno de los precursores del lujo, y a pie de playa. Matamúa, al igual que su 'modesta' embarcación, es el nombre de la villa de la baronesa, escondida entre palmeras pero por la que no se prodiga demasiado en los últimos años.
Más asidua a Marbella y, sobre todo, a sus mercadillos (no hay nada más que echar un vistazo a su cada vez más desenfadado atuendo) es la duquesa de Alba. Al igual que la propia duquesa, rebelde donde las haya, su chalé Las Cañas, es el que rompe la tendencia monocorde y majestuosa de las villas con las que se codea. Sin reparos. Una casa blanca, de inspiración ibicenca o casi árabe salpicada de tonalidades azules. A gusto del consumidor. En ella instala cada año su cuartel general Eugenia Martínez de Irujo, la menor de los Alba, retratada hasta la saciedad cubriendo el corto camino de la playa a su casa por un tramo de paseo marítimo de molesto albero. Las dos se dejan caer por la ciudad en un verano repleto de trayectos Málaga-Ibiza, Ibiza-Málaga. Maletas van, maletas vienen.
De eso, de tirar millas en los aviones, saben un rato otros dos últimos vecinos ilustres de la Costa del Sol. El cantante Julio Iglesias, siempre a caballo entre América y España, atesora una kilométrica finca entre Ojén y Marbella donde el propio artista y especialmente su mujer y sus hijos, pasan largas temporadas. Unos terrenos de un empresario árabe de los que se quedó prendado fueron el germen de un patrimonio campestre donde parece que no se pone el sol. Le sumó 30 hectáreas más y las 40 que daban forma a la finca del torero Curro Romero, La Herrumbrosa, al que le compró su propiedad. Tiene portentosas vistas y un bosque de impresión, según cuentan los que han puesto un pie -o un Land Rover mejor, teniendo en cuenta las distancias- en su coto. Todo en uno.
El cantante visitará este verano la localidad recordando así su infancia. Personas de alto poder adquisitivo pero alejadas de las páginas rosas disfrutan de residencia fija en el municipio a la que acuden varias veces al año. Familias como los Flores, Von-Bismarck, Campos o Sanz son aún fieles a Marbella.
Si de lujo se trata, la que se lleva la palma es sin duda el Palacio El Rocío (antes Mar-Mar), una ciudadela que domina desde una atalaya, en el acceso a la carretera de Istán, buena parte del litoral de Marbella. El capricho del desaparecido rey Fahd de Arabia Saudí fue creciendo con el paso de los años en torno al edificio central, una réplica de la Casa Blanca, con nueve palacetes para albergar a la familia real y una mezquita propia. Ostentación en estado puro de la que disfrutan en estos días de agosto buena parte de los miembros de la dinastía wahabí.[1]
Más escasa de metros cuadrados pero a la vera misma del Mediterráneo está otras de las perlas habitadas por un peso pesado de la gran y la pequeña pantalla. La Gaviota. Así se llama la residencia de veraneo (si los guiones se lo permiten) de Antonio Banderas y Melanie Griffith. El actor malagueño no titubeó ni un segundo hace nueve años cuando le ofrecieron un selecto chalé ubicado a pie de playa en la exclusiva zona de Los Monteros y que anteriormente estuvo en manos de la periodista Encarna Sánchez. No fue el inmejorable entorno le que más le sedujo, sino que fuera una fortaleza anti-paparazzi.
Desde entonces hasta ahora, el matrimonio ha planchado la oreja en las almohadas de La Gaviota, aunque con algún que otro sobresalto. En 2003, un juez declaró ilegal la vivienda tras una denuncia interpuesta por los vecinos, que alertaron de que ocupaba zona de dominio marítimo terrestre y de equipamiento. Incluso se llegó a especular con su derribo. A día de hoy, sigue intacta. Sin embargo no es la única: Costas ha incluido parte de la vivienda de la noble familia de Alba entre los 27 expedientes abiertos por ocupación del dominio público marítimo-terrestre. En concreto, el organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente alude a que el chalé Las Cañas, propiedad de Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba, invade unos 32 metros cuadrados de suelo público. Ante este panorama a la duquesa de Alba le quedarán, al igual que al resto de los afectados, dos opciones: caso de tener algún derecho adquirido y demostrable, podrá pedir una concesión del uso y disfrute por un periodo de tiempo cerrado. De lo contrario, Costas obligará a Cayetana y al resto de los protagonistas de la treintena de expedientes a retranquearse para despejar el suelo destinado a uso público.
Se da la circunstancia de que su chalé más que a pie de playa está a pie de paseo marítimo, del tramo de albero que, al igual que otros trazados del casco urbano de Marbella y de la parte oeste del municipio, fueron construidos sin permiso por el desaparecido Jesús Gil. Una osadía que le acarreó multas millonarias y que, a día de hoy, mantiene en el limbo el grueso del paseo marítimo, que también tendrá que encontrar acomodo en el nuevo deslinde e incluso en el futuro Plan de Ordenación Urbana (PGOU) de Marbella.[2]
Lo mejor de Marbella…sus playas
El nuevo estudio de Oak Power Communications (OPC), manifiesta que Marbella encabeza la lista de las mejores playas Españolas[3]
Marbella ha sido considerada durante mucho tiempo el sitio elegido por ricos y famosos gracias a su puerto ostentoso, y su selección de boutiques de diseño. Sin embargo, han sido sus dos largas playas que se extienden a lo largo de Avenida del mar los que se llevaron todos los elogios.
Puerto Banús era la joya de la corona, enclave internacionalmente conocido vinculado con el turismo de alto estatus. Nombres de la alta sociedad europea, del mundo del cine internacional y de las páginas cuché españolas se vinculaban a Marbella.
Sin embargo, los escándalos vinculados a los distintos gobiernos del GIL y la masificación de la ciudad ante la falta de infraestructuras motivaron que toda esa avalancha de famosos eligiera otros destinos más de moda como las Islas Baleares.
No obstante, Marbella ha seguido siendo admirada por gente de alto poder adquisitivo pero alejados de las páginas de sociedad. Grandes empresarios tanto españoles como extranjeros cuentan con residencia fija en la localidad donde suelen acudir en distintas épocas del año, como hemos dicho anteriormente.
Así como personajes relevantes pero que pasan más desapercibidos como actores y artistas internacionales, escritores y entrenadores de distintas modalidades deportivas, aunque principalmente, fútbol.
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